Entrevistas
"El gran reto del ABP es desmitificar el ABP"

Detrás de las transformaciones educativas de las escuelas hay profesionales que las abanderan y coordinan.
Sandra fue docente en la universidad antes que en la escuela. Hoy combina ambas facetas. Profesora de Ciencias, Matemáticas y Tecnología en la Escola Virolai y profesora asociada en la Universitat de Barcelona, esta docente todoterreno saca tiempo para involucrarse en la metodología del ABP, una de sus pasiones profesionales. Es formadora de trabajo cooperativo y ha sido formadora en la iniciativa Escola Nova 21, además de participar en la vinculación del aprendizaje por proyectos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Recientemente, además, ha entrado a formar parte de la dirección de la Escola Virolai como directora pedagógica.
– ¿Por qué crear este puesto ahora?
– Hace 17 años que el cole está en proceso de transformación, pero este año intentamos hacer cambios en la dirección del cole para que sea más accesible. Mi papel es dar coherencia a todo lo que estamos haciendo a nivel pedagógico, desde Infantil a 2º de Bachillerato, que tengamos un lenguaje común. Mi figura ha surgido por necesidad, no por moda.
– ¿Cuáles son las características de esa transformación educativa?
– Nuestro modelo destaca especialmente por el plan personal del alumno, muchos docentes vienen a formarse con nosotros. Se trata de un acompañamiento desde que son peques y hasta que dejan el colegio. Trabajamos el autoconocimiento, el autoaprendizaje, la autorregulación, la detección de puntos fuertes y débiles. Es un análisis muy completo de los alumnos, sus posibilidades, cómo pueden mejorar y hacia dónde enfocar su vida.
A nivel de aula nos cuesta seguir una metodología concreta. En los últimos seis o siete años hemos fomentado el ABP buscando siempre un aprendizaje vivencial, manipulativo, desde la experiencia. Nosotros también vamos aprendiendo y ahora planificamos desde la generalidad.
– ¿Planificar desde la generalidad significa reutilizar proyectos de un curso para el siguiente?
– Sí, esa es la idea, desde un marco genérico. Trabajar para hoy y que valga solo para hoy produce muchísimo desgaste. Que nos sirva para mañana es uno de nuestros focos ahora mismo. Así que procuramos repetir el marco aunque el contenido cambie. Por ejemplo, es el tercer año que en 3º de la ESO hacemos un consejo de expertos. Los objetivos del currículo son los mismos pero el tema varía para dar libertad a que el alumnado escoja.
– ¿Siempre tienen esa libertad de elección?
– Intentamos que al menos una vez cada curso desarrollen un proyecto 100% libre. Se enmarca en una franja horaria que llamamos “Proyectos”, en la que tratamos sostenibilidad, game and code (juego y programación), taller de madera, emprendimiento, cooperativas… Está un poco acotado pero ellos tiene capacidad de decisión. La finalidad es que puedan desarrollar contenidos con menos presencia del currículo detrás. Cuando todos entendimos de qué iba la cosa superamos el miedo a no cubrir los contenidos, porque ves que trabajas más contenido del que tenías pensado. Eso sí, hay una fase previa en que lo natural es empezar aferrándote al currículo. Tirarte a la piscina desde los 50 metros, no; hay que empezar lanzándose desde el bordillo.

– Y esa franja es complementaria del ABP que hacéis en otras áreas.
– Sí, en el resto también trabajamos por proyectos. En 1º y 2º de la ESO, excepto catalán y castellano que tienen horas fuera de proyectos, trabajamos 100% ABP, juntando Sociales, Science (Ciencia, impartida en inglés) y Tecnología. Pero en su horario no aparecen materias, sino “Trabajo globalizador”. En 3º y 4º de la ESO trabajamos materias separadas, proyectos de cada materia, y una vez al trimestre rompemos los horarios para hacer trabajo globalizador de todas las materias durante dos semanas.
– A la hora de aplicar el ABP, ¿tenéis un método pautado?
– Lo hemos adaptado inspirándonos en el método del Buck Institute for Education. Cuando planificamos el proyecto la premisa es cuál es el reto. Luego pensamos cómo lanzar el proyecto al alumnado (una noticia, un encargo, una carta que les va a llegar, un debate en clase), y fijamos qué producto final les vamos a pedir. Luego decidimos los contenidos y cómo se alinean con el currículum. Finalmente, marcamos qué tipo de actividades vamos a hacer. Y una de las cosas que más nos cuesta es que las actividades intermedias tengan sentido con el producto final.
También tenemos que encontrar un equilibrio en las exhibiciones del producto final, porque ahora estamos enseñando todo y les pedimos a las familias que vengan constantemente.
– Este modelo educativo ha tenido repercusión en vuestro organigrama, ¿habéis dejado completamente atrás lo de un profesor para cada asignatura?
– Sí, y es uno de los aspectos que seguimos cambiando. Somos un cole que en la secundaria tiene más presencia del tutor en aula que otros centros, con un perfil de profesorado más versátil, que imparte dos o más materias. Tenemos tres líneas por curso (A, B y C) y, por ejemplo, un profesor de Matemáticas diferente en cada uno. Ahora que globalizamos materias, vemos que hay un montón de profes involucrados en un mismo proyecto, haciendo el seguimiento de los mismos alumnos, y no es viable. Tenemos que amortiguarlo en los próximos cursos.
– Tremendo reto de coordinación que te ha tocado abordar.
– Yo formo parte del equipo directivo desde hace un año, pero siempre ha sido de los que tira para adelante, innovador, no se conforman. En su momento pedimos horas de reunión y nos las dieron porque están convencidos con esto, saben que hay cosas que hay que cambiar. Hemos tenido la oportunidad de analizar qué funcionaba, qué no, qué se podía aprovechar, qué había que modificar. Estamos haciendo buenas planificaciones pero claro, luego nos flipamos entre nosotros y es no ayuda (se ríe). No hay nadie que te calme, siempre queremos más.
– Y este proceso en continua revisión, ¿cómo se lo toman las familias?
– La participación de las familias es muy elevada. Tenemos mínimo tres tutorías al año, el trato es súper cercano, llegamos a acuerdos, tenemos en cuenta su opinión, les hacemos partícipes de esta transformación. Y a la hora de hacer proyectos, el primer banco de expertos al que recurrimos son las familias.
Siempre te encuentras con alguna que no lo ve claro porque esta metodología da pie a pensar que el alumno no está haciendo nada. Casi no tienen deberes, la sensación es de ir en la cuerda floja y sin red de seguridad, y los padres no saben cómo ayudar a los alumnos. Pero al final los padres acaban entendiendo que tienen que ayudar a sus hijos a saber organizar su tiempo, a expresar sus sentimientos, a tener hábitos de lectura…no a resolver operaciones matemáticas.
– Con esa sensación de cuerda floja, ¿cómo saber si lo estáis haciendo bien? ¿Ayuda en vuestro caso ver la evolución de los alumnos desde Infantil a Bachillerato?
– Creo que tenemos que cambiar el concepto de lo que significa “lo estamos haciendo bien”. ¿Los niños aprenden igual que antes? No. Si los medimos igual que nos medían a nosotros, no lo sabrán hacer. Quizá no sepan recitar los ríos de España o las preposiciones. Pero ellos saben relacionar ideas, sacar conclusiones, leer una noticia real en 1º de la ESO y entenderla.
Vienen a vernos exalumnos y nos cuentan que les dan mil vueltas a sus compañeros cuando tienen que hacer una exposición oral en la universidad. Se quejan de que en su grupo no son creativos, no son propositivos. Ahí te das cuenta de que los ríos de España igual no se los saben, pero lo has hecho bien.

Tenemos que cambiar el concepto de lo que significa hacerlo bien a nivel educativo
– De cara a atraer nuevos alumnos, ¿la escuela presenta algún tipo de indicador de resultado?
– Preguntan mucho a nivel de Selectividad. El dato de aprobados en Selectividad respecto a la matrícula de 1º de Bachillerato (que muchos coles solo cuentan los que se presentan realmente al examen) fue de un 94% el último año.
– ¿En Bachillerato también trabajáis por proyectos?
– En 1º de Bachillerato sí; en 2º de Bachillerato la Selectividad ya es determinante.
– ¿Y esa transición es complicada?
– Sí y no. Por suerte en Cataluña la Selectividad es cada vez más competencial. Cómo lo trabajas les ayuda a preparar las pruebas. A mí los alumnos me protestan con los exámenes de Biología que les hago. Me dicen que parecen una comprensión lectora. Pero es que tienen que aprender el contenido detrás de una pregunta que exige relacionar ideas. Por otro lado, en el segundo ciclo de la ESO ya trabajamos por materias para que ellos vayan teniendo un hábito de estudio.
– ¿Cuál crees que es, a día de hoy, el mayor reto del ABP?
– Uno de los retos es entender que el aprendizaje no es solo del alumno, que es de todos los que estamos involucrados en este proceso; profesores, familias, externos y alumnos estamos aprendiendo cada día. Otros de los grandes retos del ABP es precisamente desmitificar el ABP, porque no es una fórmula mágica. La esencia es muy potente, pero es una de las metodologías que más tuyas puedes hacer, que más puedes adaptar al colegio. Aunque haya un dibujo común el sentido se lo da cada centro, cada profe, cada grupo.
– ¿Cómo te gustaría que fuese tu escuela de aquí a 10 años?
– Firmo si se parece a la escuela que ya tenemos ahora. Me gustaría que fuese un centro de aprendizaje, no un centro de enseñanza. Una zona de confort, que sea casa, que exista afecto, confianza. Ahí está la clave del éxito. Que tengas un vínculo con tu alumnado garantiza el éxito que tengan. Yo quiero que la escuela sea parte de la vida.