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Agentes de evaluación: autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación
La evaluación es un proceso de suma importancia en cualquier sistema educativo. Sin embargo, es importante señalar que gracias a las metodologías activas de la enseñanza, el modelo tradicional de evaluación está dando pasos adelante.
Hemos pasado de un enfoque donde toda la facultad y responsabilidad recae sobre la figura del docente, a uno mucho más abierto y flexible. En este nuevo planteamiento participan los distintos actores o agentes implicados en el proceso educativo: los docentes, pero también estudiantes, familiares y otros miembros de la comunidad educativa.

Los nuevos tipos de evaluación: autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación
La evaluación es una proceso necesario en la formación para poder cumplir con los objetivos de aprendizaje y ayudar al alumnado a progresar.
No obstante, el modelo de evaluación está en constante evolución. Ha pasado de valorar únicamente la capacidad memorística del alumnado en el momento del examen a ser una evaluación formativa y continuada.
Además, en las nuevas metodologías de enseñanza se amplían los agentes implicados en la evaluación. La tendencia es la corresponsabilidad en la valoración del alumnado, por lo que el docente deja de ser la figura única y hegemónica en esta cuestión.
Dentro de esta nuevas tendencias, existen diversas opciones o tipos de evaluación: la autoevaluación, la coevaluación y la heteroevaluación.

Autoevaluación: un buen método para que el alumno tome conciencia de su aprendizaje
En la autoevaluación es el propio alumno el que se autocalifica, por lo que se ve obligado a realizar un esfuerzo de autocrítica, valorando sus capacidades, actitud, esfuerzo, objetivos superados, logros y también fracasos.
Es un método muy interesante porque se enseña al alumnado a tomar conciencia de su aprendizaje y, por extensión, aprende a ser consciente de sus capacidades y también de sus limitaciones.
La autoevaluación, siempre que se plantee de forma objetiva y seria, es un método motivador para el alumno y puede usarse para prácticamente todas las asignaturas y métodos de aprendizaje.

Coevaluación: una estrategia didáctica para estimular la clase
La coevaluación es muy interesante porque plantea una evaluación entre iguales. Es decir, son los propios compañeros/as que se evalúan entre ellos/as, valorando el grado de implicación, actitud e interés de los distintos integrantes del equipo.
Por esta razón, la coevaluación es el método por excelencia para valorar proyectos en grupo como el Aprendizaje Basado en Proyectos o ABP.
La coevaluación puede plantearse como una estrategia didáctica enfocada en aportar dinamismo a las clases y evitar la desmotivación del alumnado. De este modo, se fomenta la participación activa del alumnado y la interacción con compañeros y profesores.

Heteroevaluación: en busca de la implicación de toda la comunidad
La heteroevaluación es un tipo de evaluación quizás aún poco utilizado pero, sin duda, muy interesante. Este método permite la implicación en la valoración del alumnado de compañeros y compañeras, profesores de otras asignaturas y otros agentes externos.
Pueden participar familiares, otros profesionales y personas relacionadas, de algún modo, con la educación de los chicos o con sus proyectos.
La heteroevaluación puede ser muy útil en un tipo de metodología activa de enseñanza conocida como el Aprendizaje Servicio. Este tipo de actividad consiste en los siguiente: a partir de una necesidad del entorno del alumnado (el centro escolar, el barrio, la ciudad…), un grupo de alumnos trabaja de manera conjunta para buscar la solución a un problema real.

Un buen ejemplo sería buscar una solución para ofrecer ayudas a las personas mayores del barrio que viven solas y tienen problemas para realizar sus recados y obligaciones diarias.
Este tipo de proyectos que pretende dar servicio a una comunidad, es ideal para que distintas personas puedan evaluar el trabajo y los resultados del alumnado. Al mismo tiempo, permite medir la viabilidad y utilidad de sus propuestas para resolver problemas concretos.
En definitiva, la evaluación es una etapa vital en el proceso de enseñanza-aprendizaje y va a influir de forma determinante sobre qué aprende el alumnado, cómo lo aprende, cuál es su motivación y su futuro académico.
Por todo ello, no tiene demasiado sentido delegar en el docente la total y única responsabilidad de evaluar al alumno.
Es recomendable, por lo tanto, promover la utilización en los centros educativos de distintos modelos evaluativos, tratando de implicar directamente al propio grupo clase, entre compañeros compañeros y, en ocasiones, también a agentes externos.
Siempre que se haga con criterios justos y objetivos, la democratización y participación colectiva de los procesos de evaluación pueden suponer un enriquecimiento para todos. Así se fomenta que el alumnado esté más motivado e implicado y desarrolle un aprendizaje integral y significativo.